Llegar a Buenos Aires fue, para mí, mucho más que un viaje. Vine con la idea de sumarme a un proyecto de investigación para aprender cómo se construye conocimiento desde la práctica y la comunidad, pero me fui con mucho más que eso: me llevé historias, abrazos y la certeza de que escuchar es una forma poderosa de cuidado. En estas 4 semanas, pude conocer de cerca la realidad de las personas en situación de calle, algo que a veces parece lejano hasta que te sientas a escuchar sin prejuicios. A través de los talleres de radio, y gastronomía, entendí que un espacio de palabra puede convertirse en un refugio: ahí se comparten experiencias duras, pero también risas, mates y ganas de imaginar futuros mejores.
El equipo de investigación me abrió la puerta desde el primer día, confiaron en mí y me ayudaron a entender la importancia de visibilizar lo que muchos prefieren no ver. La organización Voluntario Global también fue clave: Milena y todos los que forman parte me hicieron sentir en casa, me ayudaron a ubicarme en la ciudad y a perderle el miedo a lo desconocido.
Hoy vuelvo con una mirada distinta: me llevo la empatía, la reflexión y muchas ganas de seguir conectando con otras realidades. Entendí que, aunque no siempre podamos cambiar todo, podemos escuchar, acompañar y, a veces, con un abrazo o una palabra, hacer la diferencia. Ojalá que este sea solo el primero de muchos encuentros.
